Definido por el PhD. Anibal Pordomingo, el RFI (Consumo Residual o Residual Feed Intake) es la eficiencia de conversión corregida por crecimiento y tamaño del animal, y sirve para medir la variación en el consumo de alimento más allá del requerido por un animal para mantenerse y crecer. En otras palabras, es la diferencia de consumo observado sobre una diferencia de consumo estimada.
Teniendo en cuenta ciertos datos como el peso del animal y la cantidad de kilos que aumenta por día, se pueden esperar ciertas estadísticas de consumo. Si luego ese animal mide distinto a lo que creíamos, se da un diferencial de consumo entre lo que uno esperaría que haga con lo que efectivamente hace.
Para realizar pruebas de RFI se necesitan algunas instalaciones lógicas, como por ejemplo comederos inteligentes, que tienen que registrar el consumo del animal en forma diaria. Para esto, es importante ir ajustando lo que antes era un manejo casi de grupo, de manada, de lote. Ser más precisos sirve para ordenar algunos puntos clave del proceso, es decir que, aunque los animales estén en grupo, el sistema debe identificar a cada animal.
Luego de realizar un monitoreo durante 60 días, con la información rescatada más el peso de los animales y el aumento de peso durante ese periodo, se logra conocer el promedio diario de consumo de materia seca por animal. En esa instancia, se contrasta lo que uno estimaría que necesitan consumir con lo que efectivamente hizo. Esa diferencia entre el consumo estimado o esperado y el consumo efectivamente ocurrido es el consumo residual o residual de consumo.
Aunque parezca un contrasentido, los valores negativos de consumo residual son los deseables, porque un RFI negativo nos dice que el animal come menos de lo esperado para producir lo mismo. El animal con RFI más negativo o más bajo probablemente tenga una índice de conversión de alimento a peso menor, o sea una eficiencia de conversión mayor.